Esto es lo que se cree al considerarlo un canal tradicional frente a los “innovadores” blogs, redes sociales y webs de contenidos.
La realidad es bien distinta: Internet no ha matado lo impreso sino que ha hecho que el consumidor lo mire de otra forma. La impresión digital ha tomado un papel no tradicional frente a la explotación masiva de la red.
Ha existido la tendencia dentro de la prensa escrita, por ejemplo, de prescindir de sus publicaciones en papel alegando la frase que titula este artículo, como si fuera evidente que se trataba de una evolución lógica por la relación coste-eficacia; pero lo que es innegable es que, a nivel de marketing, el formato digital no ofrece ciertos valores tan potentes como necesarios.
Valores como la tangibilidad: Un producto impreso es algo físico, que puede ocupar un espacio en la calle. en nuestros hogares y oficinas cierto tiempo mientras que un contenido online puede desaparecer en la red de forma instantánea.
Otro valor es la credibilidad: Hay algo acerca de la impresión que le da un sentido de legitimidad y que compromete al consumidor a observarlo. No ocurre lo mismo en la red ya que la gente se cansa de la abrumadora publicidad de las webs, de los pop ups y del spam constante.
Por ejemplo, un entrevistado no muestra el mismo interés ni facilidades ante la posibilidad de que la entrevista aparezca en un medio impreso o digital. La palabra impresa es más creíble. Tendemos a creer que si alguien ha invertido lo suficiente como para imprimirlo es que debe ser importante.
En branding, los impresos son excelentes para solidificar la imagen de marca debido a que la tipografía, colores y tipos de imágenes facilitan su reconocimiento. Y de cara a vender, la colocación de anuncios en revistas especializadas permite controlar el target de una forma más eficiente y selectiva que en línea.