Carl Warner nació en Liverpool 1963 para más tarde trasladarse a Kent con sus padres. Como hijo único, pasaba horas en su habitación escuchando música, dibujo e imaginando otros mundos.
Muchos años más tarde, después de trabajar durante varias décadas como fotógrafo publicitario, Warner, mientras paseaba por el londinense mercado de Portobello, vio unas setas que le parecieron que podrían ser árboles en algún mundo extraño.
Decidió comprarlas y llevarlas a su estudio, junto con algunas semillas de arroz y frijoles, colocarlas y sacar fotografías: así nació el primer ‘foodscape’, palabra compuesta por food (comida) y landscape (paisaje), de Warner.
Warner sigue haciendo Foodscapes increíbles pero su trabajo se ha ampliado para incluir cualquier cosa, desde ropa o electrónica hasta partes del cuerpo humano. El artista ha publicado dos libros con su obra que es capaz de trasladar al que la observa amundos oníricos compuestos por objetos de lo más cotidiano.
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