«Que quede bonito.»
Cuando un diseñador escucha esas tres palabras de un cliente es fácil que deduzca que se le están pidiendo unos resultados estéticos.
Pero un buen diseñador suele ir más allá y sabe que la creatividad y la estrategia están entrelazadas.
A finales de 1950 Charles Eames, el célebre diseñador y arquitecto, dijo que «El reconocimiento y la comprensión de la necesidad es la condición principal del acto creativo. Cuando las personas sienten que tienen que expresarse de forma original pero no tienen ninguna necesidad, la creatividad no suele aparecer. Sólo cuando uno se mete en un problema, y el problema se hace evidente, es cuando la creatividad aflora”.
Como sugiere Eames, el diseño creativo no es un capricho sino una disciplina artística que puede ayudar a definir los problemas de un negocio y articular orientaciones estratégicas. A continuación presentamos dos consejos para que los diseñadores puedan utilizar la creatividad y la estrategia con el fin de desarrollar soluciones de diseño más significativas:
Permita que la estrategia del cliente impulse su creatividad
El diseño creativo no es el resultado de trabajar de forma aislada y lanzando conceptos para que el cliente los reciba como pueda. La creatividad se vuelve eficiente cuando se está informado de los objetivos de negocio y las percepciones del público objetivo. Pregunte sobre el negocio y su entorno competitivo y reúnase con sus clientes para obtener un conocimiento más profundo de sus necesidades. Los diseñadores que consiguen hacerse una idea previa general del proyecto tienen más probabilidades de obtener mejores soluciones para empezar a concebir su diseño.
Utilice el pensamiento creativo para llevar la estrategia
Muchos líderes de negocios buscan en el diseño y la creatividad la forma de encontrar aquel punto de originalidad que les proporcione una ventaja competitiva. Los diseñadores pueden aportan esa creatividad que los empresarios, muy hábiles en análisis económicos, no tienen. Roger Martin, decano de la Rotman School of Management , afirma que «Los empresarios no sólo necesitan comprender mejor a los diseñadores sino que de alguna manera, para hacerlo, deben convertirse en uno de ellos”. Es recomendable que los diseñadores utilicen herramientas como la lluvia de ideas, dibujos, juegos de palabras y otros ejercicios para ayudar a los clientes a mirar más allá de las soluciones obvias.