Casi en el mismo momento en que las técnicas fotográficas se fueron perfeccionando para su utilización por parte del gran público, aficionados y artistas comenzaron a manipular las imágenes. Inicialmente, y en su mayoría, se trataba de daguerrotipos en los que estos fotógrafos utilizaban la doble exposición para crear efectos humorísticos. Es evidente entonces que la edición de imagen es inherente al invento de la fotografía y que no apareció mágicamente hace 25 años con el Photoshop.
Posteriormente el retoque fotográfico fue empleado en numerosos aspectos debido a las limitaciones de aquella fotografía primitiva. En una instantánea de un paisaje, por ejemplo, aunque su exposición general fuera correcta, el cielo quedaba sobreexpuesto. Este es un problema que hoy en día se soluciona gracias a la técnica HDR, que no es más que la versión digital y automática de lo que se hacía antaño: Combinar el cielo y el paisaje de diferentes fotografías realizadas con distintas exposiciones, logrando una buena definición y color en ambas partes de la imagen.
En aquella época también se jugaba con múltiples exposiciones para recrear efectos fantasmales.
La edición de imagen permitió ilustrar proyectos y afianzar propuestas haciendo visibles las ideas, técnica que también uso la industria publicitaria para mejorar la apariencia de sus productos.
La comunidad artística también adoptó el retoque fotográfico empleándolo, por ejemplo, en la creación de imágenes narrativas. Método que fue adoptado por el movimiento constructivista en Rusia en la década de 1920, y luego de nuevo por los surrealistas.
Especialmente polémico fue el uso de la manipulación de fotografías para fines políticos o propaganda. Dictadores como Stalin borraron a sus opositores políticos de los registros históricos o inmortalizaron reuniones que nunca habían tenido lugar.
A día de hoy el medio fotográfico es digital, y la edición de imagen se encuentra fácilmente al alcance de los conocimientos informáticos a través de diferente software. Antes de 1985 no era tan simple. Las fotografías se retocaban a mano con pintura o tinta, y se recomponían en el cuarto oscuro de un laboratorio fotográfico.